“Me gusta el arte que hace sentir incómodo”, fueron las primeras palabras que pronunció el ganador de Eurovisión 2017 en un perfectísimo español al arrancar su concierto del Teatro Nuevo Apolo de Madrid. Sentado al piano, Salvador Sobral comenzó homenajeando a Miles Davis pero se paseó también con soltura por el son cubano, la balada, el bolero, la bossa y el fado más purista. Cantó en portugués, en inglés y en español con el candor, la fragilidad y la visceralidad que lo caracterizan.
Movía la manos con rapidez o lentitud pero siempre dibujando una guitarra o un piano imaginarios, que en ninguna academia de lo correcto le hubiesen dejado tocar con sus ojos cerrados como un niño.
Si estremecedoras fueron sus palabras dedicadas a la ciudad donde se encontraba segundos antes de citar a Sabina al cantar «Pongamos que Hablo de Madrid», aún más estremecedora fue su manera de paladear el ya clásico «Amar Pelos Dois» que le dio reconocimiento a nivel mundial gracias a Eurovisión, cosa que el artista no ha llevado a gala lo suficiente…