«En nuestra televisión pública no vamos a consentir que aparezcan personajes como ese cantante barbudo austriaco que es un hombre pero quiere ser mujer»… Con esta tremenda declaración nos sorprendía hace pocos días Ibrahim Eren, directivo de la televisión nacional turca (TRT) cuando se le preguntaba en una mesa redonda por la posibilidad de que Turquía volviese a Eurovisión (según varios medios han recogido).
Evidentemente, aunque el empresario no quiso dar nombres, se refería a Conchita Wurst, una cantante reconocida precisamente por haber derramado un claro mensaje de tolerancia y diversidad tanto con la canción que le dio la victoria en el Festival como en todas sus apariciones públicas. Conocidas por todos son las labores que la austriaca realiza dentro de varias asociaciones de colectivos LGTBIQ+ en las que lucha por la visibilidad y la libertad de los seres humanos.
Conchita, por todo lo que representa, simbolizó un antes y un después en el Festival de Eurovisión pero Ibrahim no está para nada de acuerdo. De hecho, lejos de aplaudir cualquier tipo de reflejo de diversidad, el dirigente considera que la UER «ha desviado sus valores», según palabras textuales (indican varios medios).
Eren se dedicó a tirar por tierra la imagen del Festival a base de comentarios homófobos y tránsfobos (recordemos, además, que Turquía participó por última vez en 2013 y a los jefes de delegación les pareció una vergüenza el beso lésbico que, al terminar la canción, se dieron la finesa Krista y una de sus bailarinas), aparte de dar a conocer su opinión sobre el proceso de votación y admitir que no está de acuerdo con el compendio de votos entre jurado y público (sin tener en cuenta que este procedimiento les valió para alcanzar tres veces el top 10, una segunda posición y hasta su única victoria).
«Hasta que los directivos de la UER no superen el caos mental que tienen, nuestra televisión no volverá al certamen. Y más les vale que lo arreglen porque ya son muchos los países que han abandonado por este mismo motivo». Esto último lo ha debido soñar, puesto que en los últimos años sólo Eslovaquia y Bosnia & Herzegovina se retiraron del concurso por un periodo de tiempo considerable y el motivo fue económico, no por ningún desencuentro moral con la UER.
El caso es que Turquía, de momento, no volverá al Festival. Una pena, por supuesto, por las grandes aportaciones musicales que nos ha ofrecido; pero más penoso aún por tan desafortunadas declaraciones y por el hecho de que haya una mentalidad tan troglodita en su televisión nacional.