El cálculo de la Asociación de Hostelería, Restauración y Similares de Portugal (AHRESP), cuyo responsable es José Esteves, señala que durante esta última semana Lisboa habría alcanzado los 100 millones de euros en cuanto a beneficios económicos.
Los hoteles de Lisboa y alrededores estaban abarrotados por eurofans llegados en masa de todos los rincones del mundo. Los eurofans, además, han beneficiado a empresas relacionadas con los alquileres de coches, el sector nocturno y los servicios de transporte público.
«Ni la Expo del ’98, ni el Web Summit tienen tanto tirón e impacto sobre la promoción internacional del país», afirma el presidente de la AHRESP. «El impacto no sólo es de los turistas, sino en términos de la exposición mediática, con más de 2.000 periodistas acreditados, provenientes de 80 países».
Los lucros registrados representan todo un triunfo para la capital portuguesa durante la celebración del que ha sido uno de los festivales más baratos de la historia, con una inversión tan sólo de 20 millones de euros.
La edición de Lisboa ha sido toda una lotería para su ciudad organizadora, sobre todo si la comparamos con la edición del año pasado, por ejemplo, donde la televisión ucraniana invirtió 0 millones de euros para sólo recuperar 20 millones.
En la edición de Baku (2012), que contó con muy poca asistencia de turistas (si lo comparamos con este año), la inversión fue bastante elevada (56 millones de euros) y tan sólo recuperaron 8,2 millones de euros.
La producción de la RTP (televisión pública portuguesa), aunque haya sido de bajo coste, ha sabido promover el país para fomentar el turismo.
Para la ciudad de Lisboa, que cuenta con medio millón de habitantes, recibir a 40.000 personas adicionales y conseguir tantas ganancias ha sido todo un reto superado con creces.
El esfuerzo, la inversión y la oportunidad compensan económicamente no sólo por la estancia de los eurofans durante la semana pasada, sino a largo plazo también debido la proyección internacional de un evento de estas características.